Ayer me dispuse a realizar una de mis múltiples noches de cena-cine. La película en cuestión iba a ser Silent Hill. Antes de ser objeto de vapuleadas varias, decir que leí algunas “reviews” por internet y según una mayoría podría tratarse de la “mejor adaptación de un videojuego al cine”. Han sido muchos los ratos de acojone del bueno lo que he pasado con este pedazo de título en toda la saga, así que le quería dar una oportunidad.
El caso es que cuando llegué a la taquilla la película ya había empezado, al parecer me equivoqué al mirar la hora por internet y llegué tarde, así que una vez allí me decidí a coger una entrada para Domino que empezaba en unos minutos. De esta no había visto casi nada, pero el panel de actores y el director hacían presagiar una buena experiencia.
Pues bien, nada más lejos de la realidad. La película es un videoclip de casi 2 horas con una historia totalmente absurda, irracional, arrítmica y con personajes totalmente planos. Muchos de los espectadores se revolvían en sus asientos esperando impacientes a que tal engendro acabara, porque el final no llega nunca.
Algunas de las críticas que estoy leyendo ahora y que encuadran perfectamente con mi opinión:
– “La película es basura filmada para parecer arte imitando a la basura.” (Owen Gleiberman: Entertainment Weekly)
– “Una rareza de deliciosas emociones baratas. (…) Los cinéfilos civilizados puede que encuentren ‘Domino’ repelente y censurable, pero entonces… ¿Qué hacen yendo a una película de Tony Scott?” (Manhola Dargis: The New York Times)
– “La película está llena de posibilidades. Es frustrante que sólo una parte de ellas se realicen. (…) Puntuación: **1/2 (sobre 4).” (Peter Travers: Rolling Stone)
Lástima no haberlas leído ANTES de entrar a la sala. La decepción fue tal que estoy pensando en ir hoy otra vez a ver Silent Hill por si me quito el mal sabor de boca.