Desde hace ya un tiempo, mis móviles principales (smartphones con Android) siempre han sido Samsung. Mi “conversión” empezó con el Galaxy S2. Luego pasé por el Galaxy S3, el Note 2, el Galaxy S4 y el Note 3 (en este orden). En realidad era inevitable, ya que no había prácticamente ninguna marca que le pudiera hacer sombra al fulgurante éxito que Samsung ha conseguido en un plazo relativamente corto. Y eso a pesar de cometer lo que, para mí, son fallos incomprensibles que justificarían el ajusticiamiento público de los ingenieros de la marca: la carencia de LED de notificaciones en el S2 (todavía no me explico cómo pudieron hacer semejante barbaridad con un terminal que en su día fue el top absoluto en el mercado), el empeño enfermizo de poner (contra todo dictado natural) el altavoz en la parte posterior de los terminales, la carencia de botón dedicado para la cámara, los defectos de fabricación y, por qué no decirlo, el desconcierto y frustración que produce saber que la mejor calidad de sonido que se ha escuchado en un móvil fue antes de la era smartphone, en la época dorada de los Nokia (destacando el N95 y el 5800 Xpress Music, hace ya más de 5 años).
Por supuesto, hay que reconocer que Samsung ha tenido posiblemente más aciertos que fallos, sino sería imposible que hubiera llegado al lugar donde está. Ahí queda la evolución en el peso de los terminales (el S4 y el Note 3 son una auténtica gozada en este aspecto para el hardware que llevan, cada uno en su categoría), la delgadez, la incorporación de botones físicos (sí, para mí mucho mejores que los que aparecen vía software), las apuestas arriesgadas y al final fructuosas como la creación de la gama Note… Todo esto y mucho más han logrado que los coreanos lograran el sueño dorado de toda empresa: que sus productos sean sinónimo de ser “lo mejor del mercado” en la conciencia colectiva.
Pero los nuevos gigantes tienen los pies de barro y el riesgo de caer sigue siendo un factor no tan descabellado. Nadie podía imaginar que Nokia, otrora la empresa tecnológica por antonomasia, podía llegar a la ruina que es hoy en día. ¿Y qué decir de BlackBerry o HTC? Pues bien, creo que a Samsung es muy probable que le haya llegado la hora de empezar el ocaso. No será mañana ni pasado, seguramente todavía quedará bastante para que esto pueda materializarse y no será de forma abrupta, pero cuando un tecnoadicto como yo (que suele hacerse con cada novedad de gama alta que saca una marca) llega a un punto en el que se plantea seriamente abandonar dicha fidelidad… es que algo está pasando.
Sin más dilación, paso a exponeros los motivos por los que deberíamos plantearnos si debemos comprar un móvil Samsung:
1.- El Bloatware. Con este término, nos referimos a la cantidad de programas (muchas veces no deseados) que incorporan las marcas en los dispositivos y que no forman parte esencial del sistema operativo. Estos programas consumen muchos recursos del sistema (CPU, memoria de almacenamiento y RAM) y, por tanto, también pueden incidir notablemente en la duración de la batería.
Samsung es posiblemente el fabricante que más bloatware incorpora en sus móviles, o al menos esa es la percepción que tengo después de haber probado terminales de varias compañías diferentes. Muchos de los programas que se incorporan “de casa” podrían ser prescindibles, entre otras cosas porque son fácilmente instalables desde Google Play para aquellos que quieran tenerlos. Ejemplos claros pueden ser Tripadvisor, Flipboard, Google+, Yahoo, ChatOn, Chrome, Youtube, Hubs de música, juegos, libros, etc. …. En este artículo de Xataka, por ejemplo, explican como quitar nada más y nada menos que 600 MB de programas innecesarios del S4 (600 megas que tendrá de más el usuario para sus cosas).
Lo que más rabia da es observar cómo gran parte de esta basura viene incluida por intereses propios del fabricante (y no por el bien de los usuarios). Me recuerda en cierta manera a lo que pasa con los portátiles, pero con estos al menos ves que las negociaciones con desarrolladores de software para incluir sus productos redundan en unos precios mejores. No así en los móviles, saliendo como salió el Note 3 a 749 euros al mercado no se puede decir que los usuarios aprecien algún tipo de rebaja por tener que soportar el bloatware.
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