Este es uno de los posts que se me quedó en el tintero desde hace más de un año. Estaba yo con mi LG S510, del cual os he hablado en más de un post, hasta que llegó la hora de darle pasaporte y cambiarlo. El elegido fue un Toshiba Satellite P750-11W, con procesador i7.
El proceso fue más o menos el de siempre. Como este portátil en concreto iba a ser de trabajo, tenía claro que lo quería con un i7. Un día, navegando por la web de un proveedor, veo el Toshiba y me llama la atención. El precio era atractivo (para lo que es un portátil de estas características), los detalles técnicos cumplían con lo que yo quería, el diseño no estaba mal… Así que después de ver varias reviews y darle vueltas al coco, me lo compro. Es un portátil de 15,6 pulgadas sin ningún ánimo de entrar en el segmento de ultraligeros, así que tiene un peso relativamente normal en esa gama, pero lo que no me esperaba es esto:
Como veis, el transformador del Toshiba es bastante más grande. Pero no sólo en tamaño queda la disputa… es que en peso la diferencia es también muy notable. Os puedo asegurar que cuando te pones la bolsa del portátil en el hombro, el hecho de llevar o no el cargador se nota… y no poco. Y eso que el LG era un portátil de gama alta en su momento y por tanto sus requisitos “alimenticios” no se quedaban mancos.