Ya dejé un apunte sobre lo que voy a hablar en este post en Twitter, y en principio mi idea era no ir más allá. Pero cuando te encuentras con que una película se te queda grabada a fuego en la mente, y te das cuenta que días después de haberla visto todavía estás dándole vueltas al buen sabor de boca que te ha dejado, es imposible no querer compartirlo con todos los que puedas.
Por desgracia, hoy en día es difícil que un film te pueda impresionar de esta manera. Soy asiduo al cine, prácticamente voy todos los sábados, y además suelo ver también varias películas el resto de la semana. Dado este nivel de visionado cada vez es más difícil encontrar títulos que te marquen de alguna manera, y lo más normal es olvidarse de lo que has visto a los pocos minutos de aparecer los títulos de crédito.
Sin embargo, con Déjame Entrar (aviso para los que no les gustan los spoilers: este enlace a la Wikipedia cuenta mucho, quizá demasiado, del argumento) he vuelto a reconciliarme con la pasión por el cine. Varios amigos/familiares que ya la habían visto me habían comentado que les había gustado pero que quizá podría parecer demasiado lenta y “complicada”. Precisamente porque varias personas me dijeron lo mismo la fui dejando de lado hasta que desapareció de la cartelera, y al final la disfruté el viernes pasado en casa.