Este post lo llevo en la reserva desde hace casi dos meses, que es cuando adquirí esta pequeña maravilla tecnológica: el Toshiba Portégé R500-11Z. Se me ha retrasado mucho más de lo previsto, porque entre otras cosas no sabía muy bien cómo abordarlo y, además, también quería darle algo de guerra para poder hablar con propiedad cuando escribiera esta entrada. La gran mayoría de posts en estas semanas (incluyendo este) han sido desarrollados con él.
He pensado en hacer una review un tanto personal, obviando análisis técnicos que se pueden encontrar en internet. En otras palabras, mi intención principal es centrar este análisis en la experiencia, en el “feeling”, más que en benchmarks y pruebas de rendimiento. Aún así, es imprescindible mencionar los elementos que lo componen (al menos lo más importante) para hacernos una idea de qué estamos hablando:
– Procesador Intel Core 2 Duo ULV U7700 (1,33 Ghz)
– Chipset Intel® 945GMS
– 2 gigas de memoria DDR2 a 667 MHz
– Disco duro de 160 gigas SATA con protección contra caídas y movimientos bruscos.
– Pantalla 12.1” con tecnología LED
– Wifi, Bluetooth, lector de tarjetas, lector de huellas digitales
– Windows Vista Business y Windows XP Profesional (puedes instalar cualquiera de los dos)
– Batería de larga duración (más de 5 horas en mi uso normal)
– Menos de 1 kg de peso (0,979 kg)
Suena bien, ¿verdad? El precio recomendado por Toshiba a día de hoy es de 1499 euros mas IVA, dando un total de 1739 euros contando los impuestos. ¿Justifica este elevado precio lo que nos ofrece? Vamos a intentar comprobarlo (ya sabéis que suelo ser bastante quisquilloso y siempre voy a buscar los fallos en los aparatos que compro).
Se trata de un ultraligero destinado principalmente al mercado profesional y eso es algo que se nota a simple vista. Para empezar es muy difícil encontrar un portátil que carezca de webcam (hasta los netbooks de 300 y pico euros, tan de moda hoy en día, la llevan). Pues bien, este pequeñín NO incorpora ninguna. Y otro dato todavía más sorprendente: SÓLO LLEVA 1 ALTAVOZ. Sonido monoaural, nada de estéreo. Así pues, sólo con estos dos datos ya nos podemos imaginar que no pretende ser ningún centro multimedia: está pensado para trabajar.
Nada más tenerlo entre las manos te das cuenta de que estás ante un cacharro muy exclusivo. Es asombroso tu pequeño tamaño y, sobre todo, su peso. Menos de 1 kg, que se dice pronto. Cuando te cuelgas al hombro la bandolera con él dentro es que ni te enteras. He tenido otros modelos de portátiles ligeros, de alrededor de 2 kilos, y ya era un gustazo. Con este es como si la bolsa fuera vacía. Y esto todavía es más meritorio si asumimos que tenemos incorporada una grabadora de DVD (la gran mayoría de ultraportátiles de este peso, o incluso algo más, no la llevan integrada).
La carcasa de magnesio le da un aspecto y tacto muy particulares. Su fragilidad es aparente pues en este tiempo ha demostrado ser lo suficientemente resistente para un uso cotidiano. Una de las primeras cosas que me sorprendió, aún no habiéndolo puesto en marcha, es el hecho de que la ranura para tarjetas y la de puerto de expansión (replicador de puertos) no tuvieran ningún protector. Acostumbrado a ver los típicos plásticos y gomas para resguardar estos elementos en la mayoría de marcas es algo que no me acabó de convencer, máxime teniendo en cuenta el precio. Primer punto negativo.