Hace unos días publiqué un post, titulado Wallapop: opinión y experiencias tras unas semanas de uso. El salvaje oeste. En él os contaba mis aventuras y desventuras en Wallapop después de unas semanas de uso de dicha app y, además, os narraba las diferentes especies que os vais a encontrar si os decidís a usarla, con el ánimo de que no os pillara tan desprevenidos como a mí. Pues bien, aunque no tenía idea de volver a tocar el tema a tiempo vista, hace nada me ha ocurrido una anécdota que bien se merece ser contada como complemento al artículo original.
Todo empezó con la publicación, hace unos pocos días, de un anuncio en el que vendía un LG G3 dorado, nuevo a estrenar (precintado), con su factura para la garantía. El precio que establecí para él fue de 340 euros, a sabiendas de que pronto aparecerían los típicos buitres en busca de carroña y por tanto con el ánimo dispuesto a hacer un pequeño descuento si se presentaba algún “rebajador compulsivo”. Para curarme en salud, incluí un mensaje en el anuncio diciendo que como el precio ya era excelente, se abstuvieran de hacerme ofertas absurdas. Como era de esperar, el desarrollado olfato de estas alimañas no tardó en manifestarse y mantengo la siguiente conversación con un usuario:
Aquí, el usuario en cuestión me hace una “estupenda” oferta de 220 euros, casi nada. Pero el colmo del asunto es que, además de sacar su alma buitrera más absoluta, todavía tiene el morro de decirme que en Amazon estaba más barato (318 euros). En este punto, tenemos que tener en cuenta estos dos factores: Leer más