Las relaciones sociales a través de la tecnología: cortar por WhatsApp

Hoy tengo el enorme placer de poder presentaros algo que estaba deseando desde hacía mucho tiempo… podríamos decir que se trata de un regalo de Navidad blogosférico que le han hecho a un servidor. No estoy hablando de otra cosa que de un post escrito por alguien ajeno al blog, un post colaborativo, que se saliera un poco de la órbita general de Inforadictos pero que al mismo tiempo tuviera un mínimo enlace con los temas que nos gusta tratar por estos lares. Y pensando en eso estaba durante estos últimos tiempos, cuando el Destino cruza en mi camino a una persona que me sorprende positivamente por su gran inteligencia y por su manera de ver las cosas. No pasó mucho tiempo hasta que le propuse realizar un artículo para esta página, pensando que quizá no sería de su interés, pero hete aquí que la idea le parece hasta buena y accede.

Pues bien, esta blogger incipiente que se estrena con el presente artículo se llama Laura Panís y entre su currículo podemos encontrar que es Diplomada Universitaria en Relaciones Laborales, así como también en Trabajo Social. Además, tiene en su haber un Máster en Mediación y Orientación Familiar. Esto, sumando sus más de 10 años de ejercicio como Trabajadora Social así como los 8 que lleva como profesora de ciclos formativos, le otorgan unos conocimientos y experiencia en el campo asistencial y formativo que sin duda se notan en la pasión que emite cuando habla de estos temas. Es por esto que en mi mente fue surgiendo la idea de poder unir dicha vehemencia a mi temática favorita: la tecnología, ya que podría dar lugar a unos artículos muy interesantes.

Laura Panís

Así pues, el reto era encontrar una idea que pudiera unir estos dos conceptos que, a priori, podría decirse que son un tanto antagónicos. Y creo fehacientemente que, al final, hemos dado en el clavo. Así que, sin más dilación, aquí os dejo con el post, no sin antes expresar mi más sincera gratitud a Laura por su trabajo desinteresado para esta web, y también animándoos a que participéis dando vuestra opinión en los comentarios:

Las relaciones sociales a través de la tecnología: cortar por WhatsApp

Hace unos días estaba tomando unas cervezas con unas amigas y, después de un rato de conversaciones insustanciales, la cosa derivó inevitablemente hacía las relaciones de pareja. Pero esta vez el tema parecía cuanto menos interesante puesto que a una de ellas su pareja la había dejado por Whatsapp. Sí, sí, después de 6 meses de relación, ¡la habían dejado por Whatsapp! Mi amiga no daba crédito a lo que le había sucedido. Además del dolor por la pérdida de la persona amada, sentía la indignación propia de haber sido dejada a través de un frío mensaje. Ella no dejaba de repetir una y otra vez “¿os lo podéis creer? El muy desgraciado me ha dejado por Whatsapp, ni siquiera ha tenido el valor de mirarme a la cara al decírmelo o de escuchar mi voz a través del teléfono…le ha sido tan fácil como mandar un mensaje y se acabó. Se podrá ser más capullo”. Como era de esperar un coro de voces amigas salió en defensa de la agraviada, “qué poca vergüenza, vaya cobarde te has quitado de encima”; “eso no se hace a una persona a la que has querido, qué menos que mirarte a los ojos en un momento así”…Pero, ¿dejar una relación por WhatsApp se está convirtiendo en una práctica habitual? ¿Qué papel juegan este tipo de aplicaciones en nuestras relaciones hoy en día? En una reciente encuesta, realizada a 1500 personas por un portal de citas, el 54% de ellas reconocían haber roto con su pareja a través de aplicaciones como WhatsApp o Line. El principal motivo que argumentaban para ello era evitar tener que decirlo a la cara, evitando así lágrimas, reproches, enfados, chantajes emocionales…Según la psicóloga de pareja Mila Cahue, “utilizar el WhatsApp para romper con tu pareja tiene que ver más con la madurez de la persona que con el tipo de relación o con la edad”.

A raíz de la confesión de nuestra indignada amiga, se entabló un animado debate entre nosotras acerca del uso de estas aplicaciones y de las consecuencias que estaba teniendo en nuestras respectivas vidas personales y en nuestras relaciones. Una de ellas, que había dejado una relación hacía poco tiempo, confesó que se conectaba sólo para ver si su ex pareja estaba en línea o no o a qué horas se había conectado por última vez. Además de asegurar que leía el estado del susodicho o miraba la foto de su perfil para detectar, a través de ese pequeño texto o esa pequeña imagen, algún gesto o mensaje que le hiciera “adivinar” cómo estaba siendo su vida en ese momento tras la ruptura. Así nos intentaba argumentar que si su estado del WhatsApp era melancólico, sabía que él lo estaba pasando mal. Como ella misma confesó, esa práctica se estaba convirtiendo en algo enfermizo.

Otra de las componentes del grupo, que en ese momento tenía una relación de varios años, contaba un poco preocupada que últimamente su pareja tenía conexiones a altas horas de la madrugada y que esas conexiones no eran para hablar con ella. Lo había descubierto por que se conectaba en numerosas ocasiones cuál Hércules Poirot sólo para ver la hora de la última conexión de su chico, y eso le había empezado a generar una serie de dudas e inseguridades que antes no tenía.

Por su parte, otra participante explicaba cómo se sentía de molesta porque había conocido a un chico hacía pocas semanas y, tras numerosas horas al Whatsapp, decía que últimamente no contestaba inmediatamente a sus mensajes (aún estando en línea y certificando que el mensaje había sido recibido y leído gracias al doble check azul que así lo confirmaba). Esto le estaba dando idea de que el chico en cuestión había perdido interés en ella.

Y finalmente, la última de las amigas se sinceró al contar que ella estaba segura “casi al 100%” de que su pareja la engañaba y con quién, porque cada vez que veía a su pareja en línea buscaba a la sospechosa (que ella misma tenía agregada como contacto), para ver si también estaba online… y así pasaba las horas investigando si las conexiones de su pareja y de la tercera en discordia coincidían en el tiempo o no.

cortar relación por whatsapp

Estos casos arriba mencionados parecen no ser aislados en absoluto. Los psicólogos empiezan a detectar en sus consultas un incesante incremento de rupturas y conductas obsesivas ocasionadas por el uso de este tipo de aplicaciones. Si bien la utilización de estas plataformas son un cauce perfecto para fortalecer las incipientes relaciones en los primeros momentos de estas, pueden acarrear no pocos problemas cuando alguno de los dos o los dos miembros de la pareja se obsesionan por controlar el uso que se hace de la aplicación. Así, el hecho de que la pareja no te conteste inmediatamente cuando se sabe que el mensaje se ha leído o que esté conectado a horas consideradas impropias, puede generar más de un conflicto. Este problema se agrava cuando empieza a surgir la desconfianza y se apodera una sensación de angustia entre uno o los dos miembros de la pareja, sobre todo si aparece también la obsesión por controlar que está haciendo la otra persona en cada momento, cosa que es bastante factible dado el carácter de inmediatez que tienen este tipo de aplicaciones. Alertan los psicólogos que la fase más enfermiza se produce tras una ruptura, ya que en numerosas ocasiones las personas, después de meses de romper la relación, siguen controlando lo que hace su ex pareja a través del WhatsApp, generando en ellas una gran angustia y ansiedad. El psicólogo García Huete señala así mismo que con la incorporación de estos nuevos canales de comunicación a nuestras vidas, ahora el futuro de las relaciones de pareja depende de si se comparte o no “el interés por el uso de estas vías para relacionarse”.

¿Qué efectos psicológicos subyacen del uso o abuso de este tipo de aplicaciones? Por lo pronto una pérdida de control emocional, una interferencia grave en nuestra vida cotidiana y una dependencia constante de nuestro teléfono móvil serían los primeros signos de alarma que nos podrían indicar que la persona que presenta estos síntomas sufre baja autoestima, ansiedad, depresión, inseguridad..

¿Se está convirtiendo en práctica habitual en nuestros días que las personas rehuyamos el cara a cara en las relaciones y nos escudemos detrás de las nuevas tecnologías para relacionarnos con los demás? Una posible solución para este tipo de situaciones radica en gestionar cómo y de qué manera se utilizan estas aplicaciones, empezando por ser conscientes de que éstas no son más que otra herramienta en nuestra comunicación habitual y que un exceso de las mismas, en especial a la hora de expresar nuestros sentimientos y emociones, nos aleja mucho de la persona que somos en realidad. Estoy segura de que a la mayoría de nosotros nos gustaría escuchar un “te quiero “, o un “perdona”, o solucionar un conflicto de viva voz antes que hacerlo a través de un medio tan frío e impersonal como un mensaje en un terminal telefónico.

¿Cuántos de vosotros conocéis historias similares o iguales a las enumeradas en este artículo? ¿Habéis dejado, u os han dejado alguna vez por medio de algún programa de mensajería? Estaré encantada de leer vuestros comentarios sobre el tema.

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Laura Panís

Diplomada en Graduado Social y en Trabajo Social, Máster en Mediación y Orientación Familiar. Después de muchos años trabajando como responsable de un servicio de atención a la familia y la infancia actualmente desarrollo mi trabajo como profesora de ciclos formativos. Me encanta la psicología y sus conexiones con las nuevas tecnologías.