Aunque hoy no es domingo y por tanto no cabría aplicar eso de “Domingo dominguete, toca post cachondete”, me he encontrado con un texto cuyo autor es el escritor Ángel Sanchidrián (el cual amablemente ha participado en los comentarios para hacer una corrección) y que me ha producido tal ataque de risa que casi me caigo de la silla. Como tal magna y ocurrente obra no puede quedar en el olvido, aquí os traigo un relato que bien podría titularse 50 sombras de Grey a la española. Sin más dilación, aquí lo tenéis:
50 SOMBRAS DE LUISI
Salgo de musicoterapia y voy a tomar algo con las amigas. Con todas menos con Reme, que le ha dado la ciática en la conga y se ha marchado a casa. Vamos a un sitio nuevo que conoce Virtudes que por dos euros te ponen una caña y un pincho así de grande, que con un par ya has cenado.
Allí la Marce nos cuenta que se está leyendo el libro ese de darse azotes. Por lo visto es de un señor rico que coge a una chica jovencita y en vez de darle besos y hacerle arrumacos la toma por una piñata y la escaralla. Es lo que se lleva ahora en el sexo. Claro que a ella le debe gustar porque vuelve a por más, como la gata flora, que si se la metes grita y si se la sacas llora.
El caso es que de camino a casa no dejo de darle vueltas al tema y me sorprendo a mí misma pensando en hacer algo parecido con Manolo, que es lo que tengo disponible. No es que a mí me guste que en la cama me traten como a una yegua, pero a lo mejor así resucitamos nuestra vida sexual, que lleva muerta desde que empezó a tener más tetas él que yo.
Llego a casa y me doy una ducha de las esmeradas, poniendo especial énfasis en frotar el peluche y aledaños, que quede apetitoso. Luego voy al salón en ropa interior, apoyo una mano en el marco de la puerta y le digo a la cosa esa que hay despatarrada en el sofá que me acompañe a la habitación.
Él no entiende nada pero obedece, por no discutir y porque el tema pinta retozón, que no acostumbra. Así que se pone en marcha y cuando pasa junto a mí le suelto un manotazo en el culo y un “que te como, pirata”. Crece su extrañeza.
– Luisi, ¿has bebido?
– Calla, señor Bermúdez, y tira que te voy a dar la paga -. Le doy otro azote mientras avanzo detrás de él. Leer más