El el post sobre Xbox Live os planteaba una pequeña adivinanza: ¿qué juego era el que, cuando lo vi en la zona Arcade del Live, no pude evitar comprar? Pues ni más ni menos que el Duke Nukem 3D. Ahora que tengo a mano los datos os puedo confirmar el precio: 800 puntos, unos 10 euros.
Como podemos leer en la web Arcades3D (las negritas son mías), “Un juegazo que no puede faltar para todo buen amante de los arcades en primera persona. Duke Nukem 3D vio la luz allá por el año 1996, y fue todo un éxito, marcando un antes y un después en todos los juegos en tres dimensiones. Si antes estabas harto de habitaciones repetitivas y el Doom no te pareció lo bastante original… Duke Nukem 3D marcó su propio estilo con multitud de detalles y unos gráficos muy buenos para la época. La posibilidad de romper cosas -como ventanas, botellas, televisiones, etc-, de nadar, de saltar, de volar con un jetpack… Ninguna de estas cosas se podían hacer en los juegos anteriores.
Quizás Duke Nukem 3D haya tenido su pequeña polémica por ciertos detalles, como las chicas que te enseñan las tetas, las que salen moviendo el culo, las posibilidades de patear a todo lo que se mueva… Pero es lo que le da mayor aliciente a este estupendo juego”
Poco más puedo añadir a este fantástico resumen de lo que implica este pedazo de juego. Aún me estoy viendo con los amigos, hace ya muuuuuchos años, cuando jugábamos al Duke en redes sobre cable coaxial, gritándonos (yo era el que más lo hacía) como posesos cuando ibas tan tranquilo por un pasillo y algún cabronazo (él ya sabe que le estoy mencionando) te descerrajaba una escopetada en toda la cabeza. Volvías por el pasillo, y otra vez igual. Hasta que a base de morir repetidas veces te dabas cuenta que el muy sangonera estaba escondido en un hueco de la pared que se hallaba semi-oculto. Evidentemente cuando ya sabías donde estaba… un saltito y pummmm, la dos ojos en los morros. Eso si no cogías el lanzacohetes y lo volabas por los aires a distancia, que daba incluso más placer.
El juego tenía un punto muy, digamos verdecillo-erótico, que encima con la edad que nos pilló pues todavía hacía que nos gustara más jugar con él. Como muestra un vídeo que grabé hace un par de días:
Shake it baby!, you wanna dance?
Pero eso no era lo único que lo hacía divertido, durante toda la acción hay muchos detalles burros que lo convertían un paradigma de la adicción: